jueves, 20 de noviembre de 2008

SEMBLANZA DE UN GUERRILLERO: Enrique González Zurita “El Brujo”

Este escrito atropellado está basado en la entrevista que mantuve con Enrique González Zurita el 25 de mayo de1995, en su casa de Torrelavega. Surgió con urgencia, ante la petición que me hizo Enrique de que le escribiera en cuatro líneas un resumen de su vida, para poder compartirla con sus compañeros de sindicato. Ante la premura del tiempo nació este texto, que es un extracto de la entrevista. Tal como él lo recibió entonces, así lo podéis leer ahora.


* LOS INICIOS DE LA ORGANIZACIÓN ANTIFRANQUISTA EN LA POSTGUERRA.

Enrique nació en 1916 en Reocín. Se define como comunista. Antes de la Guerra ya era de tendencias comunistas. Marchó voluntario al frente.

Cayó preso y a la salida de prisión, entre los años 1944-1946, con un par de amigos militantes socialistas, organizó las JSU en Torrelavega (Eugenio Álvaro y Saturnino Fernández). Al final se retiraron por miedo a caer en una redada. Solían recaudar dinero en las juventudes. Tenía de cuota 5 pesetas al mes, mientras el ganaba 8,90 al día. El dinero recaudado era para la gente más perseguida y más necesitada. A partir de ese grupo montó un grupo del PCE, en el que las acciones eran voluntarias, ya que la organización no tenía ni para pagarles el tren.


* DEL ASALTO DE LA MINA DE REOCÍN A ENLACE DE JUANIN.

Andrés "el Estornejo", que era responsable del partido, le dijo 15 días antes lo que iba a pasar. Este paisano le había dicho cuando la guerrilla iba a hacer un asalto a la mina de Reocín. Él no intervino en nada, estaba a la expectativa. Parece que temían ser cercados en la carretera de San Cipriano, ante lo cual la guerrilla había puesto vigías. Efectivamente, los vigías tuvieron que avisar dando unos tiros al aire, porque la Guardia Civil al ser avisado intentó cercarles. En Torrelavega estaban el “Piojo Verde”, gente que iba a ingresar en la academia de la Guardia Civil, y que también participaron en el cerco. Al final esta gente pasó.

A través de su trabajo en la organización, llegó a ser enlace de las Guerrillas. Le citaron a una reunión con el jefe supremo de las guerrillas, que era Antonio González Bedia. En esa reunión le nombraron enlace de las Guerrillas.

Pasó dos redadas muy fuertes. Desde la cárcel a su dos amigos socialistas les avisaron, de la primera de ellas. Uno de ellos, le propuso desertar e ir a casa de una hermana suya a Guadalajara. Sin embargo prefirió esperar a que se fueran desarrollando los hechos. Pasaron desapercibidos, esto era en 1945. Detuvieron a la dirección de las JSU y del PCE. No sabía los nombres, ya que entonces los guardaban en secreto. Desde 1944 hasta 1946 estuvo de enlace de Juanín. No se acuerda quien se le presentó. Cuando iba al encuentro de Juanín nunca iba por el mismo sitio. Se solía encontrar con él en Sierra de Ibio. En esa casa solía estar Juanín y Popeye (Cosío que pertenecía al PSOE, y también había estado trabajando en la Mina, que para que no le cogieran desertó y marchó al monte).

El grupo de Juanín estaba distribuido por las casas, aunque actuaban juntos. Este otro era de Cobicillos, cerca de Sierra. Sacó de la mina de Reocín hasta munición. Un hermano del Guerrillero Calderón, le dijo que tenía que contactar con la guerrilla, que estaba por San Cipriano. Ese día llovía, pero ese no era motivo suficiente para que él no cumpliera con su cometido.

Debido a ser el enlace entre Juanín y la Agrupación Guerrillera, preparó una entrevista entre el Gitano, Jefe militar de esta y Juanín hacia 1946. Bajaba de su pueblo y a mitad de camino se encontró a Antonio Velarde y le dice la misión que tiene que hacer. Contactó con Juanín en la casa de Sierra Ibio que estaba a las afueras del pueblo. Estaban Juanín y Cosío, también estaba uno de Mercadal, "El Cajigo". Se realiza el encuentro en la escuela de Mercadal.

LA SEGUNDA REDADA, SE VE OBLIGADO A CONVERTIRSE EN GUERRILLERO.

En 1946 hubo otra redada fuerte, en esta ocasión estaba más intranquilo al ser para estas fechas más conocido en la organización. El andaba por esos días esperando la redada. Fue al encuentro de Andrés "el Estornejo", y vio como se lo llevaba una pareja de paisano. En ese momento decidió marchar de casa, porque sabía que vendrían a por él. En Navidad de 1946 había estado con Juanín en Sierra de Ibio, y el 16 de enero de 1947 tuvo que desertar, podía haberse juntado con Juanín. Sin embargo, José Mª Cruz se enteró de que la policía había ido a por él y le ofreció su casa para esconderse hasta que enlazaran con la Agrupación Guerrillera. Segundo Mantecón, fue el que asumió el puesto que el tenía en el partido cuando el tuvo que desertar. Cuando años más tarde caería Segundo él ya estaba preso.

Se incorporó a la guerrilla en Viérnoles, en casa de un hermano de Velarde. En esa casa estuvo unos días hasta que le indicaron a que grupo se incorporaba. Se incorporó al grupo de Torrelavega. Su grupo lo componían Aja (que cuando cayó Bedia, bajó a hacerse cargo de las guerrillas.), Ciuco, Rubén, Colsa y él. No tenían campamento, tenían varios puntos de apoyo, casas en las que se refugiaban y abastecían. Llegaron a tener una amplia red de puntos de apoyo, en Viérnoles, en la Penilla Celestino Cotera Lavín, en Renedo David Lanza Oruña, en Argomilla Modesto Fernández Mora del Partido Socialista... Su grupo estaba para contactar con todas las partidas. Tenían dos días a la semana señalados para encontrarse con Bedia por si tenían algo que comunicarse. Solían quedar en los puntos de apoyo.

Comenta una vez que los reunieron con el grupo de Riaño. Estuvieron haciendo unas requisas. De vuelta, los desplazamientos se hacían de noche para no ser localizados, les cogió la nieve y se tuvieron que refugiar en una cabaña. Continuaron andando de día, ya que no esperaban encontrarse a nadie, por lo malo que hacía.


*ENCUENTROS CON LA GUARDIA CIVIL.
El cuerpo encargado de intentar neutralizar a las guerrillas fue, fundamentalmente la Guardia Civil. Así todo, los guardias en la medida en que podían evitaban los enfrentamientos. Comenta una ocasión en que ellos se tropezaron con la Guardia Civil por las vías cerca de Viérnoles y pasaron cerca de ellos e hicieron como si no los vieran.

Por San José iban a hacer una operación en Renedo de Piélagos, en ella participarían Rubén, Beliqui, Beliqui solía estar en el campamento de Riaño, y él. Los otros se quedaron en el punto de apoyo. Ese día morrinaba por lo que Rubén les mando de regreso al punto de apoyo, y él se marchó a la Penilla. Al llegar a la altura de una cabaña le dijo a Beliqui que iba a hacer una pequeña descubierta. Se tropezó con la Guardia Civil, les tiraron varias bombas y ráfagas de metralleta. En el encuentro murió Beliqui. Decidió ir a buscar a Rubén a su casa, en la Penilla. Hizo el canto del Cárabo, y cuando consiguió enlazar con él, le dio novedades y se retiraron hasta el punto de apoyo para avisar al resto de los compañeros.

Para llamar la atención del resto de ciudadanos, para que supieran que había gente que osaba enfrentarse a Franco, hicieron varias voladuras de las líneas de alta tensión. Solían volarlas en días señalados como en 14 de abril o el 1º de mayo. Él era el responsable de las voladuras. Cuenta como sacaba la dinamita de la mina. Describe como preparaban las voladuras. Hicieron unas 6 ó 7 voladuras, por Santander, por la Penilla, por...


* LA MUERTE DE AJA.
Aja bajó a ocupar el puesto de Bedia. No tenía una gran oratoria, pero era muy prudente. En este momento Rubén fue nombrado jefe de Grupo. El punto de apoyo donde cogieron a Aja fue denunciado por El Pollo que se dedicaba al estraperlo; por ello entraron en contacto con él, para que les abasteciera de comida. Al ser detenido se descubrió todo el pastel. El día que la Guardia Civil registró la casa de los Tiros en Torres, dentro se encontraban Aja y Pancho. Pancho fue muerto por los tiros de la Guardia, y Aja se ahogó al intentar cruzar el canal de agua que baja de la mina, que estaba muy crecido. Leyendo el periódico Enrique descubrió la muerte de Aja, al describir a un hombre que se había ahogado.


* LA GUARDIA CIVIL LES PERSIGUE.

Tras la caída de Bedia crece la persecución de la Guerrilla. Estaban tan perseguidos ellos, que no podían ni dormir. En esa situación propuso a Rubén cambiar de zona y bajar a Torrelavega, que lo conocía muy bien, pero no aceptó. Tenían mucha falta de armamento, el tuvo una escopeta de cañones recortados con 5 balas. La vigilancia que se hacía sobre las vías de comunicación les obligaba a tomar precauciones. No podían pasar por los puentes que estaban todos vigilados.

* LA CAÍDA.
El cerco fue tan fuerte que no podían acercarse a los puntos de apoyo, por lo que tuvieron que abastecerse directamente. Cuando fueron a asaltar la tienda de Vega estaba cerrada, por lo que se escondieron en unos panojales hasta el día siguiente, al atardecer. Iban sin enlaces a la deriva. La operación la iban a hacer el jefe de guerrilla (Rubén) y él, los otros quedaron atrás para protegerles. Entraron en el bar, Rubén iba delante, oyó tiros que provenían de una puerta que estaba a la izquierda. A partir de ese instante perdió el conocimiento, le dieron tres tiros. Cuando cayó, con él cayó Rubén, pero se enteró de ello después de estar detenido.


*DETENIDO Y TORTURADO.

Cuando les detuvieron a él y a Rubén, le pidieron que declarara porqué el otro ya lo había hecho. A los dos o tres días les pasó a reconocer un médico. A Rubén le habían pasado el pecho con una bala, ante la gravedad de la herida decidieron trasladarlos a Santander, al Hospital Marqués de Valdecilla. Le subieron a un Land Rover, allí se encontró con Rubén, que le preguntó que si había declarado y le dijo que no; Rubén dijo que él tampoco. Les llevaron a Valdecilla.

En el hospital fue terrible porque le golpeaba la Guardia Civil con el fusil a ver si declaraba. Rubén se murió. Cuando le trasladaron de Valdecilla a la cárcel no podía moverse. La misma policía tuvo que llevarle hasta la enfermería.

Los que quedaron del grupo tras la caída, llegaron hasta Reocín pero luego se entregaron.


EN LA CÁRCEL. EL FIN DE LA GUERRILLA.
La caída en manos de la Guardia Civil supone siempre palizas y amenazas. Nos todos tuvieron la misma entereza de enfrentarse a ese suplicio. Su aguante le costó 5 años en la cárcel de Santander por no declarar a nadie. La pena fue impuesta por un Tribunal que «resolvió» en una mañana la suerte de cincuenta personas. Esta velocidad del aparato judicial deja patente las garantías que daba a los enjuiciados.

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