Un pendiente entre 10 esqueletos
La joya hallada en una fosa permitió identificar a María Alonso, violada y fusilada en 1936
A la izquierda, pendiente de María
recuperado en la fosa común de Izagre (León) y al lado, sortija que su
hermana Josefina se hizo con el otro. / CLEMENTE BERNAD
María Alonso, bañezana de 32 años, llevaba el día que la mataron un
solo pendiente porque tenía una infección en la oreja izquierda. Lo que
parecería el detalle insignificante de un final salvaje —fue violada y
torturada antes de morir— permitió en 2008, 72 años después, que su
hermana Josefina pudiera identificarla entre el amasijo de esqueletos
con los que compartía fosa común en un pueblo de 200 habitantes, Izagre, en León.
Los forenses que exhumaron los restos de aquellos 10 fusilados se volvieron locos buscando el otro pendiente. Hasta que Josefina llegó a la fosa y enseñó el que faltaba. “Con el que se dejó en casa yo me había hecho una sortija que no me he quitado nunca. Ver el otro aquel día entre los huesos fue el momento de mi vida. Al encontrar el otro pendiente y sacar a mi hermana de aquella cuneta, cerré mi herida”, explica, a punto de cumplir 91 años.
A María, la tercera de siete hermanos (seis chicas y un chico), la mataron el 9 de octubre de 1936. Ese año, antes de que estallara la guerra, le había tocado la lotería. Con el dinero había invitado a su hermana a un viaje a Madrid. "Fuimos a un museo y me contó la historia de todos los cuadros. Le encantaba leer".
Un grupo de labradores había descubierto su cadáver poco después de la matanza. Tenía la cabeza rapada. Los campesinos se la cubrieron con una boina. Así se lo explicaron a los forenses que casi una vida después abrieron la fosa donde quedó enterrada.
Esta historia inspiró al fotógrafo y cineasta Clemente Bernad el documental Morir de sueños, que se estrenó ayer en La Bañeza, tierra de Josefina y María, y que a partir de ahora se proyectará en los pueblos con más represaliados del franquismo. “La historia de este pendiente tiene gran fuerza simbólica, representa muchas otras”, explica. Desde 2003, recorre España fotografiando exhumaciones, un viaje con el que acaba de publicar un estremecedor libro, Desvelados.
Los forenses que exhumaron los restos de aquellos 10 fusilados se volvieron locos buscando el otro pendiente. Hasta que Josefina llegó a la fosa y enseñó el que faltaba. “Con el que se dejó en casa yo me había hecho una sortija que no me he quitado nunca. Ver el otro aquel día entre los huesos fue el momento de mi vida. Al encontrar el otro pendiente y sacar a mi hermana de aquella cuneta, cerré mi herida”, explica, a punto de cumplir 91 años.
A María, la tercera de siete hermanos (seis chicas y un chico), la mataron el 9 de octubre de 1936. Ese año, antes de que estallara la guerra, le había tocado la lotería. Con el dinero había invitado a su hermana a un viaje a Madrid. "Fuimos a un museo y me contó la historia de todos los cuadros. Le encantaba leer".
Un grupo de labradores había descubierto su cadáver poco después de la matanza. Tenía la cabeza rapada. Los campesinos se la cubrieron con una boina. Así se lo explicaron a los forenses que casi una vida después abrieron la fosa donde quedó enterrada.
Esta historia inspiró al fotógrafo y cineasta Clemente Bernad el documental Morir de sueños, que se estrenó ayer en La Bañeza, tierra de Josefina y María, y que a partir de ahora se proyectará en los pueblos con más represaliados del franquismo. “La historia de este pendiente tiene gran fuerza simbólica, representa muchas otras”, explica. Desde 2003, recorre España fotografiando exhumaciones, un viaje con el que acaba de publicar un estremecedor libro, Desvelados.
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