domingo, 12 de septiembre de 2010

SE NOS ESCAPÓ UNA ROSA


La vida se te escapa de las manos. Aunque intentemos asirla entre los dedos, se nos escurre y vamos perdiendo a las personas que nos ayudado a ser lo poco somos. El otro día me puse en contacto con Martín Santos, con la intención de entrevistarle para el proyecto “Presos con causa 1936-1978”. Queríamos recoger su experiencia sobre los campos de concentración, tras la guerra. Esta vez, también queríamos recoger el testimonio de Rosa, su mujer, que fue detenida en 1949, tras el paso de Martín a Francia. El compromiso político tiene un impacto sobre las familias que solemos olvidar: la guerra, el monte, la cárcel, la muerte, el exilio… el dolor, el hambre, el esfuerzo, el sacrificio. Tras salir de la cárcel Rosa se reunió con Martín en Francia, donde rehicieron su vida, trabajaron, criaron a sus hijos, y vieron crecer a sus nietos; y cuando creyeron conveniente volvieron a su España, al sitio del que partieron y que nunca quisieron olvidar. Les conocí cuando perseguía la memoria de la guerrilla cántabra. Rosa siempre te abría la puerta de su casa, te acogía con el calor de un amigo. Mientras entrevistábamos a Martín, escuchaba atentamente la historia en la que ella también tuvo su papel, pero en la que no nos fijamos. Hace cuatro meses que se fue; sonó muy frio el teléfono cuando le pregunté a Martín por ella. Una historia, una vida que se nos escapó. Un fuerte abrazo para Martín, y un caluroso recuerdo para Rosa

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