Martín Santos, murió ayer 5 de noviembre de 2010, apenas medio año después que su Rosa. La noticia me ha cogido por sorpresa. Desde estas líneas quisiera hacerle un pequeño homenaje desde la amistad y el compromiso. A continuación le cedo la palabra, porque quien mejor que él para contarnos su vida. Para ello recupero una entrada antigua del blog, que también está publicada en la introducción del libro. Salud y libertad, Tino.
Soy Martín Santos, tengo 86 años y formé parte de la guerrilla en Cantabria. Me incorporé a la lucha contra el franquismo en la Guerra Civil y permanecí en ella hasta que marché al exilio en 1949. Antes de formar la guerrilla yo pertenecía a la dirección de las Juventudes Socialistas Unificadas, junto con Manuel Vallejo, Aja “El Vasco” y Bedia, en el Campo de Concentración de SNIACE. Empezamos nuestras reuniones y decidimos dar un carácter político a la lucha de los que se habían echado al monte. En aquella incipiente organización de la Juventud, se me asignó la organización y la dirección de las guerrillas Cuando me mandaron al batallón de Trabajadores me escapé, para integrarme en un primer momento en la labor de la Agrupación Guerrillera y posteriormente ya en el monte con mi grupo. Los que veníamos de las Juventudes y del PCE, teníamos nuestra formación política, que no imponíamos. Conmigo había comunistas, socialistas, e incluso, entre los enlaces, gentes de derechas. Tras la liberación de los presos del campo de Arroyo y un atraco en Somorrostro empecé a ser conocido por lo que tenía que andar con cuidado; fue en ese momento cuando decidí subir al monte. Durante cuatro años estuve en la guerrilla.
En 1948, quedamos aislados de la organización y decidí marchar a Francia para pedir consignas. Me descubrieron en San Sebastián y tuve que escapar. Después de cuatro días por los montes conseguí meterme en el tren de la Robla y llegar hasta Montes Claros, para contactar de nuevo con mi grupo. Así hasta finales del año 1949, cuando preparamos la partida definitiva a Francia.
Para las Juventudes Socialistas Unificadas la opción de la guerrilla era una posición neta. Más tarde o más temprano había que llevarlo a cabo para combatir al franquismo. Antes de llegar al Campo de Trabajo de SNIACE ya teníamos la convicción de organizar las guerrillas y dar un motivo político a los grupos que permanecían en el monte para poder sostener la lucha. Contábamos con el apoyo del PCE, nosotros éramos demasiado jóvenes para comprender el alcance del siguiente paso. En el monte los grupos estaban aislados.
Lo que hice no me pesa, incluso estoy satisfecho de haberlo hecho, pero no es una razón para sacar pecho y decir yo he sido esto o lo otro. Eso no me gusta nada. Había que seguir la lucha de alguna forma y encontramos esa. Aquello que vivimos a los jóvenes de hoy les puede aportar una experiencia.
Esa ha sido mi vida de guerrillero, lo que hay que hacer no es tomarla como ejemplo, sino valorar los “pros” y “contras” y decidir en conciencia. Cuando me sorprendieron en San Sebastián en 1948 y estuve cuatro días escondiéndome por el monte, me tirotearon en varias ocasiones, hasta de noche. Tuve la suerte de escapar, pero no quiero que se me tome en eso como ejemplo, porque no fui un personaje de cómic como el Zorro o el Coyote.
A pesar de todos los esfuerzos que hicimos, no puedo evitar sentir la decepción de que todo eso no haya servido para nada, nosotros en aquel momento reivindicábamos la República. Hay cosas que gusta recordar, pero no es para vanagloriarse de ellas. Han sido muchos años de silencio y de miedo, sin embargo algunos estamos orgullosos de haber luchado en la medida de nuestras fuerzas por la libertad y la dignidad de nuestro país.
Martín Santos
En Torrelavega a 19 de octubre de 2006.
Soy Martín Santos, tengo 86 años y formé parte de la guerrilla en Cantabria. Me incorporé a la lucha contra el franquismo en la Guerra Civil y permanecí en ella hasta que marché al exilio en 1949. Antes de formar la guerrilla yo pertenecía a la dirección de las Juventudes Socialistas Unificadas, junto con Manuel Vallejo, Aja “El Vasco” y Bedia, en el Campo de Concentración de SNIACE. Empezamos nuestras reuniones y decidimos dar un carácter político a la lucha de los que se habían echado al monte. En aquella incipiente organización de la Juventud, se me asignó la organización y la dirección de las guerrillas Cuando me mandaron al batallón de Trabajadores me escapé, para integrarme en un primer momento en la labor de la Agrupación Guerrillera y posteriormente ya en el monte con mi grupo. Los que veníamos de las Juventudes y del PCE, teníamos nuestra formación política, que no imponíamos. Conmigo había comunistas, socialistas, e incluso, entre los enlaces, gentes de derechas. Tras la liberación de los presos del campo de Arroyo y un atraco en Somorrostro empecé a ser conocido por lo que tenía que andar con cuidado; fue en ese momento cuando decidí subir al monte. Durante cuatro años estuve en la guerrilla.
En 1948, quedamos aislados de la organización y decidí marchar a Francia para pedir consignas. Me descubrieron en San Sebastián y tuve que escapar. Después de cuatro días por los montes conseguí meterme en el tren de la Robla y llegar hasta Montes Claros, para contactar de nuevo con mi grupo. Así hasta finales del año 1949, cuando preparamos la partida definitiva a Francia.
Para las Juventudes Socialistas Unificadas la opción de la guerrilla era una posición neta. Más tarde o más temprano había que llevarlo a cabo para combatir al franquismo. Antes de llegar al Campo de Trabajo de SNIACE ya teníamos la convicción de organizar las guerrillas y dar un motivo político a los grupos que permanecían en el monte para poder sostener la lucha. Contábamos con el apoyo del PCE, nosotros éramos demasiado jóvenes para comprender el alcance del siguiente paso. En el monte los grupos estaban aislados.
Lo que hice no me pesa, incluso estoy satisfecho de haberlo hecho, pero no es una razón para sacar pecho y decir yo he sido esto o lo otro. Eso no me gusta nada. Había que seguir la lucha de alguna forma y encontramos esa. Aquello que vivimos a los jóvenes de hoy les puede aportar una experiencia.
Esa ha sido mi vida de guerrillero, lo que hay que hacer no es tomarla como ejemplo, sino valorar los “pros” y “contras” y decidir en conciencia. Cuando me sorprendieron en San Sebastián en 1948 y estuve cuatro días escondiéndome por el monte, me tirotearon en varias ocasiones, hasta de noche. Tuve la suerte de escapar, pero no quiero que se me tome en eso como ejemplo, porque no fui un personaje de cómic como el Zorro o el Coyote.
A pesar de todos los esfuerzos que hicimos, no puedo evitar sentir la decepción de que todo eso no haya servido para nada, nosotros en aquel momento reivindicábamos la República. Hay cosas que gusta recordar, pero no es para vanagloriarse de ellas. Han sido muchos años de silencio y de miedo, sin embargo algunos estamos orgullosos de haber luchado en la medida de nuestras fuerzas por la libertad y la dignidad de nuestro país.
Martín Santos
En Torrelavega a 19 de octubre de 2006.
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