REPRESIÓN FRANQUISTA // LOS GOBERNADORES CIVILES DIRIGIERON LA REPRESIÓN DE LA GUERRILLA EN CANTABRIA
Ejército, Guardia Civil, Falange, Iglesia...
Julián Sanz
Gobernadores como Carlos Ruiz, Tomás
Romojaro, Joaquín Reguera y Jacobo Roldán fueron los principales
ejecutores e impulsores de la represión contra la guerrilla en los
valles de Cantabria.
RECEPCIÓN AL GENERAL YAGÜE EN EL AYUNTAMIENTO DE SANTANDER (1943). Vicente Diego y Trueba, Francisco Nardiz (presidente de la Diputación Provincial), José Eguino y Trecu (obispo de Santander), Joaquín Reguera (gobernador civil), el general Juan Yagüe (capitanía general de la VI Región Militar, con sede en Burgos) y Emilio Pino (alcalde de Santander).
Durante la dictadura franquista se produjo una enorme
concentración de poder en manos de los gobernadores civiles, auténticos
virreyes de cada provincia, bajo cuyo mando quedaron desde 1939 todas
las atribuciones de control del Orden Público. Se produjo una auténtica
militarización de los gobiernos civiles, tanto por el nombramiento de
numerosos militares para el cargo, como por las competencias y la lógica
militar que adquirieron, en especial por la dirección de la represión
contra la guerrilla a lo largo de los años cuarenta. En esta represión
contaron con las fuerzas de la Guardia Civil (principal protagonista del
acoso a los guerrilleros), la Policía, la Primera Línea de Falange y el
Ejército, además de la complicidad y la bendición de la Iglesia
Católica.
Un papel destacado en la actuación contra la guerrilla
lo tuvo el gobernador civil Carlos Ruiz García, un comandante de
infantería africanista nacido en Comillas. Ruiz se unió a Falange
Española en la primavera de 1936 y durante la guerra mandó la primera y
tercera Banderas de Falange de Navarra y la primera de Palencia,
obteniendo una medalla militar individual. En septiembre de 1939 fue
nombrado jefe provincial de la Falange en Cantabria y, poco después,
designado gobernador civil, siendo el primer dirigente de la provincia
que acumuló ambos cargos, desde los que emprendió una política de
reforzamiento del poder falangista en todos los ámbitos. Como gobernador
de Santander (1939-1941) impulsó una táctica de combate despiadado
frente a la guerrilla, a través del llamado “plan de acción sistemático”
que se puso en marcha en la zona del Miera y los valles pasiegos.
Posteriormente fue premiado ocupando relevantes cargos
en el régimen, como gobernador civil de Madrid (1941-1954), consejero
del Instituto Nacional de Previsión, delegado nacional de Información e
Investigación de Falange y lugarteniente de la Guardia de Franco, además
de procurador en Cortes.
En el libro La guerra ignorada: los espías españoles que combatieron a los nazis,
escrito por Eduardo Martín de Pozuelo e Iñaki Ellakuría, y publicado en
abril de 2008, se realiza una breve semblanza del personaje. En uno de
los capítulos del libro se describen las actividades del Agente T, espía
español que colaboraba con el Servicio de Inteligencia Británico o IS
(Intelligence Service) durante la Segunda Guerra Mundial y que operaba
en las “más altas esferas del régimen” por su condición de afiliado a la
Falange. En 1943, dicho espía suministró al SOE (Special Operations
Executive), cuerpo de élite del IS especializado en acciones de alto
riesgo y sabotaje contra los intereses alemanes en Europa, la siguiente
información sobre Carlos Ruiz García: “Gobernador Civil de Madrid.
Soldado nacido en Santander, inculto y de poca inteligencia. Debe su
situación a Serrano Súñer… Se dice que mantiene una relación amorosa con
Concepción Liaño, igualmente nativa de Santander, y que por esa razón
la ha llevado a Madrid para ser Delegada de la Sección Femenina de la
Falange. Es un apasionado germanófilo".
Gobernadores posteriores como Tomás Romojaro
(1941-1942), Joaquín Reguera Sevilla (1942-1951) y Jacobo Roldán Losada
(1952-1960) continuaron con la dura política represiva contra los
guerrilleros. Llama la atención el caso de Reguera, un gobernador al que
se ha atribuido una actitud ‘liberal’ por su labor de promoción de la
cultura en Santander, cuando se trataba de un inmovilista, representante
del sector más reaccionario de Falange. Durante su mandato se puso en
marcha en la región un recrudecimiento del acoso y la represión sobre la
guerrilla y todo su entorno, con el uso sistemático de las torturas y
amenazas a las familias y los vecinos, el uso de agentes provocadores y
de inflitrados, método con el que se diezmó a los guerrilleros en la
segunda mitad de los años cuarenta.
Tampoco debemos obviar la implicación de la Iglesia
Católica, sobre todo la de Tomás Soto Pidal, mano derecha del obispo
José Eguino y Trecu. Soto Pidal fue nombrado capellán administrador del
Cementerio de Ciriego (Santander) en la época de los fusilamientos,
siendo el encargado de hacer desaparecer jurídicamente los cadáveres
depositados en las fosas comunes. Este sacerdote está actualmente
enterrado en honor de santidad en la iglesia de la Virgen del Mar y
existe una calle con su nombre en la ciudad de Santander.
En todo caso, además de las autoridades civiles,
militares y religiosas de la época, conviene recordar que todas las
detenciones, encarcelamientos, torturas, desapariciones y asesinatos
cometidos por militares y falangistas no hubieran sido posibles sin la
contribución o connivencia de muchos individuos anónimos, que actuaron
como chivatos o colaboraron en las batidas contra los guerrilleros y
ciudadanos antifascistas. La recuperación de la memoria de la guerrilla y
de la represión franquista necesita de una auténtica historia social
que profundice en las vivencias y las motivaciones de los hombres y
mujeres que lucharon contra el fascismo y fueron sus víctimas, pero
también en los motivos y las acciones de los verdugos y sus cómplices.
IGLESIA DE LA VÍRGEN DEL MAR. En el interior de este templo se ubica la tumba de Tomás Soto Pidal, cincelada en mármol de Carrara.
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