El general recorre la avenida desierta.
Saluda a las aceras vacías desde el coche presidencial.
No hay aplausos. No hay vítores. Nadie agita las banderas.
Un mohín de disgusto en su cara.
Finaliza el desfile e informa al coronel, como una sentencia:
- Las calles están vacias. Y esta peste en la ciudad. Es un boicot.
- Señor, siento (temo) informarle de que no es así. Nuestro éxito es el culpable: en verdad nos ha quedado el país con olor a muerte. De disidencia, eso sí.
Publicado por Sibreve
No hay comentarios:
Publicar un comentario