JULIO VÁZQUEZ GUTIÉRREZ nació el 24 de mayo de 1917en Obregón, importante población minera de la bahía de Santander. Con tan sólo 17 años participó en la huelga general de 1934. Al estallar la Guerra Civil se alistó voluntario para defender la causa republicana; se integró en el batallón 103, que fue destinado al cerco de Oviedo. Posteriormente, le tocó luchar en el frente de Reinosa. En plena guerra, se instruyó como tanquista, puesto que desempeñó durante el resto de la guerra. Tras la caída de Gijón fue evacuado a Francia, para reentrar en España por la frontera catalana y seguir combatiendo a las tropas franquistas. Tomó parte en las batallas de Teruel, del Ebro y en la retirada de Barcelona. Él estaba con las últimas fuerzas republicanas que cruzaron la frontera española.
En Francia, antes de salir a trabajar a una mina, pasó por varios campos de concentración. A donde volvió tras el desmoronamiento de la línea Maginot ante el avance de las tropas alemanas; en esta ocasión al famoso campo de Argeles-sur-mer. Tras la disolución del Régimen colaboracionista de Vichy, Julio Vázquez se fugó del campo para tomar contactos con los maquisards. Comprobó en primera persona cómo la policía española colaboraba con las tropas alemanas en la persecución de los republicanos. Fue detenido en la Gran-Combe, mientras realizaba una misión. En los interrogatorios fue torturado y posteriormente trasladado a España.
Comenzó en Barcelona su periplo por las cárceles españolas. Gracias a los contactos de una tía suya que estaba sirviendo en la ciudad condal, pudo ser traslado al campo de trabajadores de Cerro Muriano (Córdoba). En 1944 fue licenciado, no quiso volver a su pueblo por temor a ser represaliado y se trasladó a Barcelona, a casa de una hermana. Llegó enfermo de tifus y por recomendación médica accedió a volver a Obregón, porque el clima de Santander era mejor para recurarse. Sus miedos no se confirmaron, ya que las fuerzas vivas estaban demasiado preocupadas por cual sería el futuro del Régimen al terminar la Guerra Mundial.
A los pocos meses de su llegada, por medio de Inocencio Aja, entró en contacto con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y empezó a colaborar en su reorganización. El trabajo se vio interrumpido el 18 de julio de 1945, al producirse la caída de las Juventudes, del Comité Provincial del PCE y de responsables de la Agrupación Guerrillera de Santander (AGS), organizaciones que estaban muy vinculadas. Julio Vázquez ingresó en la Prisión Provincial el 31 de ese mes, después de pasar varios días de interrogatorios en la comisaría. Salió en libertad el 24 de abril de 1947, para volver a ingresar el 2 de diciembre de ese mismo año, por dar apoyo a Inocencio Aja, que estaba intentando reorganizar la AGS, y a los guerrilleros que actuaban por el valle de Cayón, en su afán de escapar del acoso a que les tenía sometidos la guardia civil, después de la caída de Bonifacio Mazón y Enrique González Zurita. Por esta causa estuvo en prisión hasta julio de 1953.
Su compromiso con la lucha contra la dictadura franquista, le llevó a involucrarse en la lucha sindical que la mitad de los años sesenta se estaba desarrollando. Participó muy activamente en la huelga que se organizó en 1968 en la fábrica Nueva Montaña, lugar en el que trabajaba. En esta ocasión también fue condenado a prisión de la que no saldría hasta bien entrados los años setenta para retomar la militancia en el Partido Comunista de España.
En Francia, antes de salir a trabajar a una mina, pasó por varios campos de concentración. A donde volvió tras el desmoronamiento de la línea Maginot ante el avance de las tropas alemanas; en esta ocasión al famoso campo de Argeles-sur-mer. Tras la disolución del Régimen colaboracionista de Vichy, Julio Vázquez se fugó del campo para tomar contactos con los maquisards. Comprobó en primera persona cómo la policía española colaboraba con las tropas alemanas en la persecución de los republicanos. Fue detenido en la Gran-Combe, mientras realizaba una misión. En los interrogatorios fue torturado y posteriormente trasladado a España.
Comenzó en Barcelona su periplo por las cárceles españolas. Gracias a los contactos de una tía suya que estaba sirviendo en la ciudad condal, pudo ser traslado al campo de trabajadores de Cerro Muriano (Córdoba). En 1944 fue licenciado, no quiso volver a su pueblo por temor a ser represaliado y se trasladó a Barcelona, a casa de una hermana. Llegó enfermo de tifus y por recomendación médica accedió a volver a Obregón, porque el clima de Santander era mejor para recurarse. Sus miedos no se confirmaron, ya que las fuerzas vivas estaban demasiado preocupadas por cual sería el futuro del Régimen al terminar la Guerra Mundial.
A los pocos meses de su llegada, por medio de Inocencio Aja, entró en contacto con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y empezó a colaborar en su reorganización. El trabajo se vio interrumpido el 18 de julio de 1945, al producirse la caída de las Juventudes, del Comité Provincial del PCE y de responsables de la Agrupación Guerrillera de Santander (AGS), organizaciones que estaban muy vinculadas. Julio Vázquez ingresó en la Prisión Provincial el 31 de ese mes, después de pasar varios días de interrogatorios en la comisaría. Salió en libertad el 24 de abril de 1947, para volver a ingresar el 2 de diciembre de ese mismo año, por dar apoyo a Inocencio Aja, que estaba intentando reorganizar la AGS, y a los guerrilleros que actuaban por el valle de Cayón, en su afán de escapar del acoso a que les tenía sometidos la guardia civil, después de la caída de Bonifacio Mazón y Enrique González Zurita. Por esta causa estuvo en prisión hasta julio de 1953.
Su compromiso con la lucha contra la dictadura franquista, le llevó a involucrarse en la lucha sindical que la mitad de los años sesenta se estaba desarrollando. Participó muy activamente en la huelga que se organizó en 1968 en la fábrica Nueva Montaña, lugar en el que trabajaba. En esta ocasión también fue condenado a prisión de la que no saldría hasta bien entrados los años setenta para retomar la militancia en el Partido Comunista de España.
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